Según los veterinarios, es una de las prácticas más dañinas para la salud del animal por el grave estrés que le causa. Sin embargo, no podrá presentarse querella alguna si las bolas de fuego vuelven a arder 15 minutos después del inicio del espectáculo, siempre que el veterinario acredite que el fuego ha rebrotado por causas naturales o ajenas a los organizadores.
El Gobierno de la Generalitat catalana no pone además límite para la aprobación en cuanto a su legalización. Es decir, ya no se exigen 60 años como antigüedad para considerarlo tradición de un municipio, bastará con que se haya celebrado alguna vez en su historia.
Con esta práctica que se da en algunas localidades de Cataluña, y que no significa que cuente con la aprobación de todos los catalanes, sigue haciendo poner el grito en el cielo a antitaurinos y Asociaciones de defensa animal.
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